Qué bonita la envolvente y protectora subjetividad de quién te quiere,
y la instructiva objetividad cuando se precisa.
Qué cálidas las manos de quien transforma confianza y complicidad en gesto.
Qué bonito el amor incondicional y su inquebrantable lealtad.
Qué bonito y qué necesario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario